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Se trata de un momento mágico donde los deportistas desean la mayor de las suertes a sus contrincantes.
Los equipos que lo deseen -no están obligados a ello- ofrecen a la Virgen flores, gorros, gafas, banderas, equipaciones, etc. para que los ayude a bajar la Ría por la tarde y disfruten al máximo de la competición, de Navia y del día.
La ofrenda finaliza con el himno del Descenso; el de la Virgen de la Barca, interpretado por el coro Villa de Navia; y finalmente, el Asturias Patria Querida, interpretado por la banda de gaitas 'La Reina del Truébano'.